Estos momentos sirvieron para conocernos más y conocer a otras personas. Bailar, sobretodo bailar, disfrutar la magia de sentir su cuerpo y su piel, su ser junto a mí.
Por primera vez en mi vida tomaba Whisky. El oleaje del barco al que subí me mareó de tal modo, que los giros en las danzas acentuaban tal sensación, y para no desfallecer y poner en vergüenza a la dama, me retiré a un costado de la piscina, respirando a fondo el aire puro de la selva, del corazón de los Yungas.
Era incapaz de alejarla de mis pensamientos, pues permanecía en mis pésimas danzas que le hacían reír, en sus movimientos graciosos, en nuestros coqueteos, en nuestras manos bailarinas de su propia fiesta, en nuestras miradas.
-Buenas noches, cuídate- fueron sus últimas palabras de la jornada. Yo estaba sentado al costado de una mesa procurando no acosarla en demasía con mis miradas, y por cierto, mareado como no lo había estado desde hace unos 3 años.
qué buena tenerte de vuelta en la blogósfera.
ResponderBorrarSaludos
Weeena, po, no cachaba que tenías un blogs. Buen post, saludos.
ResponderBorrarHola amigos, gracias por sus comentarios, saludos de vuelta!
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